Fotografía terapéutica
Fotografía terapéutica: qué es, para qué sirve y ejercicios
Los humanos somos seres complejos. Entendemos, procesamos y expresamos la información y las emociones de forma única, hay tantas formas como personas. Entender esta diversidad es fundamental para poder crear estrategias terapéuticas que sean útiles y beneficiosas. Una de estas opciones es la idea de fotografía terapéutica y sus ejercicios. Una alternativa ideal para cualquier persona, especialmente interesante para quienes disfrutan tanto de aprender como de comunicarse a través de las imágenes.
¿Qué es la fotografía terapéutica?
La fotografía terapéutica no es una técnica cerrada ni una metodología estructurada. Más bien, es una experiencia que sucede cuando una imagen logra conectarnos, a nivel emocional o simbólico, con algo significativo. No toda fotografía tiene efectos terapéuticos, pero en ciertos contextos y con determinadas intenciones, hacer o mirar imágenes puede generar transformaciones positivas.
Este fenómeno ha captado la atención de muchos profesionales que, al reconocer su potencial, han intentado ponerle nombre y clasificarlo, aunque esto a veces haya creado cierta confusión. En esencia, la fotografía terapéutica no nace de un método rígido, sino como una consecuencia natural del encuentro entre la imagen, la emoción y el sentido.
Una de las pioneras claves en usar la fotografía como forma de terapia fue Jo Spence. Jo Spence fue una fotógrafa británica que a través de su arte y su cámara fue mostrando todos sus procesos; uno de los más significativos fue su larga lucha contra el cáncer de mama, pero también como forma de crítica social y política. Usaba las fotografías para mostrar realidades que en ese momento se ocultaban, se pasaban por alto o se decidían ignorar de forma voluntaria. Jo, encontró en la fotografía una aliada para potenciar el bienestar, tanto a nivel personal como social.
¿Para qué sirve la fotografía terapéutica?
Como forma de expresión y autoconocimiento
Hacer fotografía terapéutica implica acercarse a la creación de imágenes con atención plena, sensibilidad y apertura emocional. Esta pausa consciente puede convertirse en una forma de meditación activa, facilitando un encuentro más honesto con partes de nosotros mismos que a menudo pasamos por alto en la vida diaria. Desde esta actitud, las imágenes nos permiten descubrir aspectos desconocidos, resignificar vivencias y favorecer procesos de autoconocimiento y transformación.
Personas que experimentan ansiedad o estrés
La fotografía terapéutica puede ser una vía poderosa para personas que viven con ansiedad, estrés o dificultades para expresarse verbalmente. Como el lenguaje condiciona nuestra manera de entender y nombrar las experiencias, explorar otras formas de expresión, como la imagen, puede abrir nuevas puertas de significado, permitiendo conectar con lo vivido de un modo más libre y emocionalmente accesible.
Personas con diversidad funcional o dificultades en la expresión verbal.
La fotografía terapéutica ofrece un espacio alternativo de comunicación y exploración para quienes enfrentan barreras físicas o verbales. A través de diferentes propuestas —que veremos más adelante—, se habilita un lenguaje visual que permite expresar emociones, construir sentido y compartir la propia experiencia de vida. Todo ello, acompañado idealmente por profesionales que faciliten el proceso y sostengan el encuentro. Referentes como Cahun Claude, quien utilizó la fotografía para romper con estándares de género, belleza y realizar protestas políticas, dejaron en claro que la creación artística es una herramienta muy poderosa y que comparte el mismo límite que nuestra creatividad.
Ejercicios de fotografía terapéutica
La fotografía terapéutica, más que una técnica cerrada, invita a experimentar la imagen como una vía de exploración personal, emocional y simbólica.
Una forma viva de acercarse a esta experiencia es a través de Fotología Práctica (Viñuales, D.), una obra que recoge propuestas concretas para usar la fotografía como herramienta de autoconocimiento, de conexión con el entorno y de expresión creativa.
Siguiendo este enfoque, no buscamos “hacer buenas fotos”, sino vivir la fotografía como un proceso de descubrimiento y transformación.
A continuación, te presentamos algunos tipos de ejercicios inspirados en esta mirada:
Fotografía Meditativa
Inspirada en principios de atención plena, la fotografía meditativa propone detenerse, observar y captar lo que sucede en el momento presente. No persigue la imagen perfecta ni se centra en la estética, sino en la conexión profunda con el entorno y con uno mismo. Usar la cámara en este contexto se convierte en una práctica de presencia consciente, una forma de anclar la mirada en el aquí y ahora.
Autorretratos
El autorretrato en clave terapéutica ofrece un espacio para observarnos desde nuevas perspectivas. Más allá del selfie superficial, este ejercicio invita a preguntarnos: ¿Cómo me veo?, ¿Qué siento al mirarme?, ¿Qué revela esta imagen de mí? Fotografiarse de manera consciente puede abrir puertas al autoconocimiento y ayudarnos a tender puentes entre nuestro mundo interior y la forma en que nos representamos.
La proyección de gratitud
Este ejercicio consiste en fotografiar todo aquello que despierte en nosotros un sentimiento de gratitud: personas, objetos, paisajes, momentos cotidianos. La práctica no solo refuerza una mirada apreciativa sobre la vida, sino que, además, nos permite construir un archivo visual de bienestar, que puede ser revisitado cuando necesitemos reconectar con lo que nos sostiene.
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